Creer en Dios vs. Creerle a Dios
Dios nos invita a escoger la vida y no la muerte, la bendición y no la maldición, como una decisión de carácter absolutamente personal por tu vida, tu futuro y tu legado. No todo es el hoy, el instante pasa y nunca vuelve, la vida es movimiento y anclarse a un pasado tormentoso se llama desesperanza.
Quiero ofrecerte una puerta de salida al sufrimiento por estrés postraumático porque todos atravesamos el valle de sombra de muerte, todos nos subimos a la misma rueda de la fortuna que, a veces, se convierte en montaña rusa, y nos paralizamos aferrados de manos y pies al asiento de las emociones rotas que, cada que hay una parada y la puerta abierta para salir de ese lugar, no podemos dar un paso hacia afuera porque estamos atrapados. Nos justificamos sin darnos cuenta de que desarrollamos adicción a las palmadas de autocompasión y autoconmiseración, y es cómodo no esforzarse; parece más seguro no intentar pelear, mejor callar, llorar y someterse a la infelicidad y pasividad porque no reparamos en que los verdugos del pasado ya no están, y tampoco están esos padres, abuelos, hermanos hostiles, enfermos, rotos y quizá retorcidos de maldad. Pero nuestra mente nos ha tomado la medida, ha creado un villano interno y eres tú mismo, tu propio destructor, porque le has creído por tanto tiempo a la voz equivocada que te dijo que no se puede, que no mereces, que otros sí pueden, pero tú no.
Leí en un libro de Katherine Kulman un capítulo titulado “Callejón sin salida”, donde hay una frase que me quedo muy grabada: “habrá veces en que te encuentres en el valle de la indecisión y, si no te armas de valor para enfrentar lo que venga desde la responsabilidad que sólo tú tienes de ti mismo, la vida encontrará qué hacer contigo: acabar en un panteón, en la cárcel o en un hospital”.
Basta ya de dejar que otros decidan por ti cuánto vales, cuánto mereces y cuándo es tu momento para nuevos comienzos: créele a tu creador, que quiere ser tu socio. No es suficiente con creer en Dios intelectualmente, recitar la Biblia como pericos: hay que creerle a Dios y dar pasos de fe, poner a la oración una ‘ce’ extra: ORACCIÓN.